
Esta es una de esas películas que solo Takashi Miike puede convertir en un éxito. Loca y surrealista como pocas, solo apta para fans.
El jefe de la yakuza local es un vampiro simpático, que mantiene el barrio en orden. Un día un viejo enemigo aparecerá para asesinarle y se verá obligado a convertir en vampiro a su segundo al mando. Este, no sabiendo muy bien que está pasando, tardará en poder controlar sus nuevos poderes. Mientras tanto, una conspiración acerca cada vez más el apocalipsis…